miércoles, 7 de octubre de 2009

¿Solidaridad de la prensa amarillista con la víctima?

Parece que lo único que interesa a la “ética” de este tipo de periodismo es la obtención de una noticia lo más espectacular posible, sin importar las consecuencias para la víctima y sus allegados.


Por Javier Llobet, Catedrático de la UCR

“Hay preocupación solamente por los derechos humanos de los imputados, pero no por los de las víctimas”, es una frase que se repite constantemente por la prensa amarillista. Sin embargo, la solidaridad de esta prensa con las víctimas no es coherente y más bien parece ser un “eslogan” que pretende simplemente lograr una mayor venta de periódicos y una mayor audiencia televisiva.

En efecto, la prensa amarillista, lejos de tener una preocupación por las víctimas, hace una instrumentalización de estas, totalmente insensible a su dolor. Todos los días vemos fotografías en algunos periódicos, o bien filmaciones en noticieros de televisión, que exponen a las víctimas en situaciones en que nadie querría ser presentado por los medios de comunicación. Se muestra así, sin ningún reparo, las heridas de las víctimas mientras son trasladadas en camilla a un hospital en una situación lamentable, incluyendo a personas menores de edad, en contra de lo establecido por el Código de la Niñez y la Adolescencia.

Sin preocupación alguna por el dolor de los familiares, se fotografía y se filma a las víctimas de un homicidio mientras sus cuerpos yacen en la vía pública. No faltan casos en que cuando una víctima es trasladada en camilla, el periodista le pone el micrófono y le pregunta “¿cómo se siente?”. Luego viene el acoso a los familiares; no respetándose el dolor que los embarga, se les hacen preguntas cuya respuesta es obvia como, por ejemplo: “qué siente por el hecho de que haya muerto su familiar”, realizándose un interrogatorio manipulado, tendiente a que se reclame venganza.
Se llevará a cabo también una investigación tendiente a satisfacer el “morbo” público, tratando de obtener datos que ojalá permitan cuestionar la vida privada de la víctima e incrementen el interés del público en la noticia. Esto ocurre, por ejemplo, en asuntos de trata de personas. Igualmente sucede cuando ocurre un homicidio en una casa de habitación y se formula la hipótesis de que el homicida es un conocido de la persona muerta. También se refleja cuando ocurre un homicidio en un contexto de violencia doméstica, de modo que se otorga un gran espacio a la versión del homicida y a los cuestionamientos que hace de la víctima, lo cual constituye una continuación de la agresión doméstica, que en ocasiones no deja en paz a la víctima ni siquiera después de muerta.

Parece que lo único que interesa a la “ética” de este tipo de periodismo es la obtención de una noticia lo más espectacular posible, sin importar las consecuencias para la víctima y sus allegados. Bien se haría si el Colegio de Periodistas organizara un cineforo con la película peruana-española Tinta Roja . Tal vez los periodistas, viéndose en el espejo de los reporteros en dicha película, tomen un poco de consciencia sobre los errores en su proceder y se decidan de una vez por todas a solidarizarse realmente con las víctimas.