Es doloroso admitirlo, pero el
periodismo es destructivo. Es doloroso admitirlo, pero los periodistas
asumimos que los políticos son unos corruptos hasta que demuestren lo
contrario. Es doloroso admitirlo, pero la prensa no solo le ha hecho
bien a la democracia. También le ha hecho mal. La gente buena no está
dispuesta a entrar en política, no está dispuesta a ejercer ciertos
cargos públicos, por dos razones de peso: se gana muy mal en esos
puestos y desde que usted asume ese cargo, pasa a ser considerado un
“sinvergüenza” y la culpa tiene que ver con los excesos de la prensa.
La prensa ha sido fundamental para
desnudar pillerías y sandeces, pero en el camino se ha llevado entre las
patas el honor de gente buena. Al informar profusamente sobre ciertos
temas, antes de un juicio justo y comedido, la prensa también juzga. Hay
dos tipos de juicios en Costa Rica: los “mediáticos” y los “oficiales”.
En los mediáticos, el castigo es el menoscabo del honor. Alguien puede
salir libre, ser inocente, salir bien librado de un juicio “oficial”,
pero si fue condenado “mediáticamente”, la duda quedará para siempre. Y
la duda pasa de padres a hijos. La duda se hereda, como una maldición,
como una enfermedad genética. A la par de esa tendencia a juzgar a los
políticos siempre, como si todos fueran pillos, como si todos fueran
rufianes, malhechores y rastreros, existe la tendencia a pensar que el
periodismo debe ser destructivo, debe sostenerse a partir de la denuncia
y, en el caso específico del periodismo farandulero o social, a partir
del choteo. Se trata a las figuras públicas con el desprecio con que se
trata a los políticos.
¿Cuál es el problema? Que la prensa
denuncia muchas veces con buena fe y acierta, porque un juicio demuestra
que la denuncia llevaba razón. Pero otras muchas veces, la prensa
denuncia de mala fe, con la premisa maquiavélica de que solo las malas
noticias venden, solo las malas noticias son noticias. En inglés, se
dice en la formación de los periodistas, que “good news, no news”, es
decir, que las buenas noticias no son noticias. No estoy de acuerdo,
porque el informar solo lo malo, lo desagradable, lo feo, hace que
tengamos una percepción distorsionada de la realidad. El país tiene
muchos problemas, como lo denuncia la prensa. Es cierto, pero Costa Rica
tiene grandes oportunidades en el mundo: no tenemos ejército, tenemos
una cuarta parte del territorio en zonas protegidas, tenemos el río más
limpio del continente, inventamos esa forma de armonía social que es el
solidarismo, tenemos índices de salud de primer mundo, y tenemos gente
joven que se integra al desarrollo social del país en proyectos tan
conmovedores como “Techo”, que antes se llamaba “Un techo para mi país”,
donde han participado como voluntarios 12 mil muchachos costarricenses.
Por eso, la prensa debe ser más comedida y menos destructiva.