viernes, 10 de septiembre de 2010

Las noticias en nuestra televisión


Por Carlos Vilchez Navamuel

Es de todos conocido que los noticieros de televisión en Costa Rica y de nuestra región son mediocres en contenido, formato y producción, han sido realizados con una visión tercermundista tan clara que da tristeza verlos, esto lo podemos afirmar al compararlos con otros noticieros internacionales.

La hora que nos ofrece por lo general un noticiero de mediodía se compone de un minuto aproximado en la presentación, entre 15 y 20 minutos de sucesos y noticias nacionales, unos 5 o 7 minutos de alguna entrevista o reportaje, un par de minutos de noticias internacionales si acaso, 6 o 8 minutos de noticias de la farándula, 10 minutos de noticias deportivas y 15 minutos son de publicidad.

Las noticias que se publican utilizan la repetición de escenas impactantes, de esa manera maximizan la noticia como tal, ejemplo de ellos son las tomas de un accidente, de un terremoto o de unos patos bañados de petróleo, también destacan la noticia de forma negativa, por ejemplo cuando se habla sobre el desempleo, resaltan el porcentaje de los desocupados y no el porcentaje de los ocupados siendo este último siempre superior.

El espacio que se le da a los sucesos es totalmente desproporcionado con respecto a las noticias importantes, si hiciéramos un análisis objetivo sobre este punto, veríamos que las noticias de sucesos tales como accidentes, robos o asesinatos, son solo de interés de los afectados, pero en nuestro medio se utilizan para impactar y despertar el morbo de los ciudadanos.

En un artículo titulado “Buen periodismo” la periodista Vilma Ibarra hace un comentario que refleja el sentir de muchos ciudadanos “Me deprime el tratamiento informativo que está inundando las noticias de sucesos. Como periodista me avergüenza pensar que tiramos por la borda nuestros principios guías como si fueran desechables en aras de la arrolladora corriente del nuevo “modelo de negocio” donde sólo importa el “rating”. Siento vergüenza por la desinformación con que nutrimos todos los días a nuestra sociedad; la mayoría de cuyos miembros no puede decodificar los mensajes que recibe, no entiende de la descontextualización, de la noticia convertida en espectáculo y de la tragedia de un suceso convertida un día sí y otro también en melodrama de quinta.” http://porunaprensamashumanayobjetiva.blogspot.com/2010/09/buen-periodismo.html

Esta forma de periodismo tendrá que cambiar con el tiempo, la información deberá ser más positiva, se destacarán las noticias de tipo científicas, tecnológicas y tendrán que dar más información internacional, “La gente esta cansada de tanta cosa mala y nosotros sabemos eso” esta frase la dijo el nuevo jefe de información de Repretel Adrián Meza al periodista Alexander Sánchez el 07-09-10 en La Nación, dijo además que sus principales metas es “Darle fuerza a la nota humana bajando el tono a la información ‘negativa’ que inunda los noticieros nacionales.” Ojalá pueda concretar su idea para el bien de nuestra sociedad.

Esperamos que algún día nuestros noticieros televisivos y los medios de comunicación en general se conviertan en buenos informadores, verdaderos formadores y gestores sociales del conocimiento como bien lo sugiere en uno de sus artículos el estudioso José Luis Orihuela, profesor en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, España.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Buen periodismo


Por Vilma Ibarra

Una máxima acuñada hace muchos años por el New York Times era “El buen periodismo vende”. Esa máxima intentaba zanjar la añeja polémica de si prevalecía el negocio de los medios por encima del ejercicio de un periodismo éticamente sólido y absolutamente responsable en términos de su veracidad, de su credibilidad o si, por el contrario, el periodismo debía estar subyugado a los intereses publicitarios (empresariales, financieros, políticos, de grupos de presión, etc.). “El buen periodismo vende”, era en pocas palabras, la expresión acabada de que el negocio de los medios masivos de comunicación (que era el único por donde fluían las noticias entonces) no estaba en absoluto reñido del periodismo de calidad. Dejando de lado las naturales e inacabadas tensiones entre información e intereses publicitarios, lo cierto es que el buen periodismo tradicional se ancló en principios guías como el derecho del público a saber, el interés común, la precisión, la corrección, la compasión, el respeto a la intimidad y una gran cantidad de otros valores éticos que hoy parecen códigos obsoletos olvidados en viejos baúles.

Me deprime el tratamiento informativo que está inundando las noticias de sucesos. Como periodista me avergüenza pensar que tiramos por la borda nuestros principios guías como si fueran desechables en aras de la arrolladora corriente del nuevo “modelo de negocio” donde sólo importa el “rating”. Siento vergüenza por la desinformación con que nutrimos todos los días a nuestra sociedad; la mayoría de cuyos miembros no puede decodificar los mensajes que recibe, no entiende de la descontextualización, de la noticia convertida en espectáculo y de la tragedia de un suceso convertida un día sí y otro también en melodrama de quinta.

Me provee un aliento de esperanza, sin embargo, leer cada vez con más frecuencia artículos de opiniones que claman por la imperiosa necesidad de debatir sobre el tipo de periodismo que estamos haciendo. Porque más allá de cómo se llenan los minutos de una interminable transmisión de un suceso de mediodía en la televisión, el punto es que debemos reencontrarnos de alguna forma con los principios guías que hicieron del periodismo una profesión (u oficio, no importa) del que nos enorgullecimos por tanto tiempo, cuando estábamos convencidos de que efectivamente, el buen periodismo era un buen negocio: para los medios pero también para la democracia.