lunes, 29 de abril de 2013

Si la libertad de prensa no existiese, habría que inventarla

Dr, Rodolfo Hernández G.


El ser humano siempre ha tenido una aspiración válida: ser libre. Pero hechos los hombres, hechas las normas. Su manifestación más antigua la vemos reflejada en los diez mandamientos.


Hace casi 3.300 años, el Creador de todas las cosas había puesto pesos y contrapesos, porque Él, que se había arrepentido de crear al hombre por su mal comportamiento (Génesis) sabía que a la libre, el ser humano, en su apetito insaciable, es capaz de cualquier cosa.

Mucha agua ha corrido desde entonces y nadie podría dudar de que, en la mayoría de los casos, quienes han dictado las normas para evitar el libertinaje, lo han hecho henchidos de buena fe. Lamentablemente, no siempre ha sido así.

En Costa Rica tenemos dos ejemplos recientes de cómo no se deben hacer las cosas: en primer lugar, el abortado proyecto enviado a la Asamblea Legislativa para cobijar con inmunidad perpetua a los miembros de los supremos poderes y, en segundo lugar, la llamada “ley mordaza”.

Ambas son iniciativas típicas de una tiranía en democracia, inconcebibles al nivel del siglo XXI.
Los que tienen derecho a pensar mal en busca de acertar, podrían considerar que una está ligada con la otra: primero me blindo, luego peco; después, aquí paz y después gloria. Pero a este país ya no se le mete un diez con hueco. Y está demostrado que, a la fuerza, ni un purgante.

Algunos señores diputados y este Gobierno parece que se olvidaron –espero que definitivamente– del adefesio que pretendía el blindaje a favor de la impunidad.

Hace solo unas horas, los llamados padres de la patria aprobaron la esperada reforma a la conocida como “ley mordaza”, una iniciativa que, en el fondo, pretendía meter a la cárcel a los periodistas investigadores, a los medios de comunicación libres e independientes, y acallar, al mismo tiempo, a una ciudadanía sedienta de buenos actos, de integridad en la función pública y privada de rectitud a toda prueba.

Estoy contento y deseo compartirlo. Me siento feliz de que esto haya ocurrido. Costa Rica lo celebra como un triunfo de la democracia; como debe ser.

Hago mías las palabras del benemérito de la patria don José María Castro Madriz, pronunciadas cuando, siendo presidente de la República, gobernaba un terreno movido por pasiones e intereses personales y de familia: “La libertad de la prensa es un derecho consagrado por la ley, y como tal debo respetarlo, cualesquiera que sean las consecuencias que de su ejercicio para mí resulten. Quizás su acción en estos momentos no sea favorable para mi gobierno, desde luego que contra él se esgrimen con no disimulada furia sus armas; pero esa libertad es una de las que más habrán de aprovecharle”.

 Y agrego de mi cosecha: Si la libertad de prensa no existiese, habría que inventarla. Una democracia sin fiscales acuciosos es una democracia abortada.