viernes, 3 de junio de 2011

¿PERIODISMO EN CRISIS O MERA PERCEPCIÓN? (Parte II)


Por José Pablo Salazar Aguilar *

Creo que la población costarricense tiene clara la importancia de una correcta comunicación.

Sabemos las consecuencias mortales de la mala praxis médica, pero no olvidemos los efectos de la mala praxis periodística, la cual si bien no acaba con vidas, acaba con la razón, con la crítica, con el poder de decisión y la decisión misma, aplasta el espíritu y el raciocinio, no de un solo ciudadano, sino de toda una audiencia.
Esa resulta ser la nefasta consecuencia para un “conglomerado ciudadano”, que precisamente pierde su condición ciudadana al no contar con información de calidad, es decir, datos de la realidad y vida nacionales interpretados y analizados con base en la emisión noticiosa objetiva, pero subjetiva en el tanto deba manifestarse la posición del medio sobre hechos políticos e ideológicos, para que la audiencia esté clara, informada y con bases sólidas para formular una opinión y crítica.

Luego de que analizáramos los primeros dos tropiezos de un periodismo nacional venido a menos, ambos relacionados con la formación del periodista y su etapa previa a que decida convertirse en comunicador, expondré las manchas del periodismo en su aplicación actual.

Una vez que el joven es graduado como periodista y, en algunos casos, sea colegiado (requisito exigido de acuerdo con su lugar de trabajo) empieza labores en algún medio de comunicación, agencia, oficina de presa o empresa; si es que no muere en el intento de encontrar trabajo por la saturación y la tentación de los sweet shops del siglo XXI, donde pagan mejor.

Los otros dos tropiezos: (1) La estéril iniciativa para generar productos de calidad en cualquier género periodístico, ya sea por la pobre formación y/o experiencia vivida, o por el poco tiempo y recursos de los que dispone el periodista en el medio y (2) la presión e influencia del medio, porque el tema o enfoque no fuese concomitante con los intereses políticos o económicos de los “jefes”.

Como binomio irónico y tóxico para el periodismo, el comunicador no puede hacer lo que su patrón no le permite hacer, y si tuviese la oportunidad, lo haría mal, porque carece de la experticia o le gusta la superficialidad. Igual que en la primera parte, no sería sensato generalizar, porque existen buenos trabajos de grandes comunicadores, pero no es la regla, es la lamentable excepción.

El periodismo es una profesión de todos los días, es una ciencia social que involucra todas las otras ciencias, la cotidianidad nacional e internacional, mi realidad y la de cada persona. Exige una actualización constante y una cosmovisión diferente de la de los demás, pero que comprenda todas las otras.
Ser comunicador es crear opinión, porque con cada palabra heredamos las herramientas para formar ciudadanos, personas críticas y pensantes, capaces de tomar una decisión, acertada o desacertada, pero una decisión pensada y consciente al fin, dentro de la sociedad. El periodista debe entregar lo mejor de sí, no solo creando un excelente reportaje o producción, sino un enfoque claro y analítico de los hechos que afectan la sociedad.

Por otro lado, la independencia del medio o empresa de comunicación de las cúpulas políticas y económicas, es la clave para una comunicación “objetiva”; sin embargo, si comparamos detenidamente, ¿qué es más conveniente, el ejemplo nacional en el que no sabemos para dónde “meten goles” las empresas de comunicación, o un arquetipo en el que conocemos la inclinación ideológica del medio? Creo que si conocemos el esquema mediático y los intereses que defienden, es más fácil cruzar variables, analizar enfoques y tomar decisiones como ciudadanos libres.

Por desgracia, en Costa Rica y otras naciones de occidente, es imposible saber la ideología del medio por la ambigüedad de sus producciones, y cuando creíamos dilucidar hacia dónde iban, nos llevamos la sorpresa de que estábamos equivocados, porque las empresas de comunicación son como los girasoles: Miran hacia donde va el sol; estando su agenda mediática completamente determinada por los intereses políticos y mercantiles de una coyuntura establecida.

Así, los comunicadores están maniatados por sus propias condiciones, arrastradas desde su formación como personas y profesionales, que incluyen sus principios y (anti) valores, siendo la avaricia la brújula usual que guía su ética. Y para colmo de males, los buenos comunicadores son amordazados por el medio, bajo el riesgo de sacrificar sus ideales por el sustento diario, o viceversa.

En la tercera parte, mis conclusiones y un resumen de la propuesta para iniciar la construcción de un modelo nuevo que altere primero al futuro periodista desde que es estudiante y luego, al periodismo nacional y, por qué no, latinoamericano.

* Periodista colegiado

Nota: Usted puede ver la primera parte en: http://shm-mella.blogspot.com/2010/10/periodismo-en-crisis-o-mera-percepcion.html

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